Se dice que cuando un perro mueve el rabo hace fiesta. Por razones evolutivas, los componentes de este proyecto no tienen rabo. Sin embargo, a la hora de abordar un espectáculo con semejante título, no hemos tenido más remedio que ir frenando en los motivos varios que nos hubiera llevado a agitarlo con frecuencia caso de haberlo mantenido.
Así, una vez metidos en faena, trabajamos en dos direcciones. Por una parte tocamos las conmemoraciones colectivas, aquellos días en rojo del calendario vital y nacional que más nos han sugerido: Fin de año, Semana Santa, cumpleaños, una primera noche, Reyes Magos, Fiesta nacional, primera comunión... Por otra considerábamos injusto olvidar las modestas fiestas nuestras de cada día, los pequeños placeres cotidianos: el cocido de tu abuela, una pareja de la guardia civil que te ignora, cero coma treinta minutos de recreo, tu pijama de franela, una última moneda suelta que apurado encuentras y te permite desenganchar el puñetero carrito del supermercado, tus zapatillas cuando llegas a casa, uno con treinta y cinco metros de papel higiénico...
En definitiva, que ojalá el rato que te proponemos, pese a que probablemente no has caído tan bajo como para ser feliz, te llene algo de contento. Así sea.