Los sacamos con una cadenita de paseo, los enjaulamos, experimentamos con ellos, los explotamos, los cazamos, los cocinamos, acabamos con sus hábitats, los extinguimos... y encima cuando queremos insultar, sin el menor reparo, vociferamos: ¡burro!, ¡reptil!, ¡cerdo!, ¡buitre!, ¡perro!, ¡cabra!, ¡besugo!, ¡víbora!... ¡ANIMAL!
¡Qué ingratos verdad!
Quizás porque llevamos toda una vida hablando sin apenas entendernos, ANIMALAJE es un espectáculo gestual, sin texto.
Quizás porque intentamos divertir mucho a muchos, ANIMALAJE utiliza un lenguaje visual, sorprendente, rico en imágenes, de fácil comprensión, con lecturas aptas para niños y abuelos.
Quizás porque cuando el hombre no interviene, la irracionalidad del mundo animal se hace racional, ANIMALAJE es una colección de historias con omnipresencia animal.
Quizás por todo lo anterior, por menos o por más, en ANIMALAJE dos actores, sobre un sencillo paso de cebra, rinden homenaje a la presunta sinrazón, al ícaro inocente que de vez en vez nos surge.